giovedì 24 settembre 2015

Un espacio común.

Nuestras primeras herramientas de actuación.


Durante el pasado curso mis compañeros y yo nos encontramos con muchas dificultades a la hora de trabajar con las extensiones digitales de nuestros libros de texto. Utilizar la plataforma didáctica que te ofrece la editorial del libro de texto que has adoptado (y que por ley en Italia debes mantener durante cinco años) en teoría debería ser un cúmulo de ventajas. En la práctica esto no siempre es así.

El carácter comercial de estos espacios virtuales hace que a veces se conviertan en un laberinto de archivos ejecutables, por no hablar de los problemas que siempre surgen con la sincronización y la compatibilidad entre sistemas operativos. Personalmente he podido constatar cómo gran parte de mis alumnos era literalmente incapaz de completar y ejecutar las extensiones digitales del libro en uso. Algo frustrante, no solo para el profesor que intenta innovar en su didáctica, sino también para el alumnado y las familias, que compran el manual y pagan por un servicio que en la realidad no se verifica.

Es por ello que una de las primeras decisiones que hemos tomado para afrontar este problema ha sido la de adoptar una plataforma de trabajo externa, no vinculada a ninguna editorial, y común, en la que puedan tener cabida todas las asignaturas de la actual enseñanza secundaria reglada. Nos hemos decantado por EDMODO, con la que empezaremos a trabajar en vía experimental este año, realizando puntualmente actuaciones de virtualización en todas las asignaturas.




Muchos de vosotros ya la conoceréis. Edmodo es una plataforma social educativa gratuita, un entorno cerrado y con estándares de seguridad y privacidad altos, en el que alumnos y profesores pueden trabajar y comunicarse en una dinámica de microblog. A diferencia de lo que sucede en otros espacios virtuales, los alumnos no tienen que proporcionar una dirección de correo electrónico al registrarse (aspecto fundamental cuando se trata de trabajar con menores de edad), sino que utilizan un código que su profesor les proporciona y la plataforma les asigna. Otro aspecto muy interesante es que permite que los padres tengan acceso a la plataforma en calidad de observadores, pudiendo establecer también un canal directo de comunicación con el docente si así lo desean.

Las posibilidades de actuación que ofrece Edmodo en ámbito didáctico son muchas. Los docentes de un mismo centro, por ejemplo, pueden organizarse en una comunidad (es lo que nosotros estamos haciendo), creando así un espacio interdisciplinar para la condivisión de contenidos, operativo de manera mucho más controlada que en las redes sociales al uso. Cada docente, además, puede hacer un seguimiento bastante detallado de las clases con las que trabaja; puede asignar tareas, realizar encuestas, crear tests con enlaces externos y crearse también su propia biblioteca personal donde alojar contenidos de uso recurrente. Es posible, también, descargar en versiones imprimibles los contenidos creados por el profesor.

Padres, alumnos y profesores pueden acceder también desde la aplicación para telefonía móvil, aunque en este caso algunas funciones no tendrán el mismo grado de operatividad, ya que la versión app tiene algunas limitaciones. Os adjunto aquí el enlace a la página de ayuda de Edmodo, donde encontraréis despejadas paso a paso la mayoría de las incógnitas que os pueda plantear la adopción de una plataforma social de este tipo. En la red abundan también los tutoriales libres, pero comprobad que sean recientes. Edmodo no para de renovarse.

Os presento ahora un par de actividades que ya he introducido en la plataforma. La primera es esta infografía, que he enviado a mis alumnos. Al tratarse de adolescentes, es importante cuidar aspectos como la prevención del acoso escolar (digital y no...) o contenidos de tipo transversal como la educación hacia la tolerancia o el estímulo al espíritu de iniciativa. Es por ello que, antes que nada, he querido explicarles cuáles iban a ser a partir de ahora "las reglas del juego" en este espacio virtual. Tenían que responder enviando un mensaje en el que declarasen aceptar las condiciones, que no eran ni más ni menos que estas:




La segunda actividad ha sido una prueba de bienvenida, con el objetivo añadido de trabajar la competencia emocional de los alumnos, ya que la propuesta está basada en el visionado de un corto de animación (For the birds); desde el sentido del humor se afrontan temáticas como el respeto hacia la diversidad o el sentimiento de pertenencia a un grupo. Se trataba de generar en ellos un breve comentario en español y un pequeño debate en la clase virtual. Os muestro la entrada de la actividad con una herramienta muy sencilla, pero que me ha sido de gran utilidad para ilustrar el funcionamiento de Edmodo a mis compañeros de departamento: se trata de Snip, un capturador de pantallas que permite añadir subrayados, anotaciones y comentarios de voz (podéis descargarlo desde este enlace).





Bueno, y de momento así vamos. Echándole muchas ganas y muchas horas de trabajo al asunto, pero comprobando, con satisfacción, que empiezan a llegar los primeros resultados. Me apunto totalmente al lema propuesto por Dolors Reig en un artículo de su maravilloso blog, El caparazón: WORK HARD, PARTY HARD. Os he dejado el enlace. Disfrutadlo.

lunedì 14 settembre 2015

Tabula rasa.

Pequeños grandes pasos hacia la clase punto cero.


 
 
Hacer tabula rasa. Con esta expresión se designaba en la Antigua Roma al hecho de borrar el contenido en las tablillas de cera que se usaban en las escuelas de escritura con la intención de reutilizarlas. En nuestra época de tabletas digitales diríamos algo así como "reiniciar" o, si nos doblegamos al anglicismo, "resetear". Deshacer para hacer. Destruir para volver a construir.
 
Más paralelismos curiosos: el sistema educativo romano se llamaba ludus ("juego"). Estaba dividido en tres grados: Ludus Principalis (escuela primaria), Ludus Grammaticus (escuela secundaria) y Ludus Rhetoricae (especie de universidad). Y nosotros que creíamos haber inventado la gamificación...
 
Me vienen a la cabeza las ideas de un calagurritano ilustre, Marco Fabio Quintiliano (s. I d.C.), maestro y educador de familias imperiales. Una personalidad que, gracias a la enseñanza, consiguió brillar con luz propia en un mundo (el del imperio) donde las libertades republicanas ya no existían, y la educación oratoria tenía como único fin el del prestigio social. Quintiliano era de ideas modernas: propugnaba que los temas escolares tenían que estar inspirados en la realidad y ser útiles para la vida, que un maestro "tiene que responder con agrado a las preguntas de los unos, y a los otros preguntarles por sí mismos", que el juego es fundamental en las edades tempranas para no llegar a aborrecer el estudio... En el libro I de sus Institutio Oratoria Quintiliano hacía notar que "tanto más es la facilidad con que los niños aprenden las cosas pequeñas; y así como hay ciertos movimientos a los que solo puede hacerse el cuerpo tierno, así también sucede con los ánimos, que endurecidos se inhabilitan para la enseñanza".
 
A renovarse, pues. No seré yo quien desdiga lo que otros dijeron tan bien dicho. Si en mi anterior entrada os presentaba los retos que me había propuesto para este nuevo curso académico, ahora os presento los del equipo de trabajo del que formo parte para la digitalización del centro de educación secundaria donde trabajo.
 
 
 
 
 
 
Partiendo de la idea de que es necesario aligerar el peso que ciertos mecanismos burocráticos y mentales tienen hoy en día en la enseñanza reglada, queremos introducir progresivamente la desmaterialización de algunos procesos. Fundamentalmente, para que la energía que debería fluir en todo proceso de enseñanza-aprendizaje no se pierda inútilmente por el camino, y llegue a donde tiene que llegar, que es al alumno como sujeto en formación. Y para que el docente, no nos olvidemos, ocupe el lugar que debería ocupar, es decir, el de facilitador de contenidos, y se sienta gratificado por ello.
 
El proyecto es ambicioso, pero es que tiene que serlo. Tenemos que tener ganas de innovar (pero sobre todo buenas ideas) para conseguir que nos financien la infraestructura necesaria que nos permita, el año que viene, empezar al cien por cien con nuestra clase punto cero.
 
 
 
Y ahora os voy a contar una anécdota personal. La semana pasada, el día antes de empezar las clases, tuvo lugar el claustro docente de todos los grados de escuela de mi instituto (infancia, primaria y secundaria). Llegó el momento de la presentación de los proyectos para su aprobación. Sabía que iba a tener que ilustrar el de mi equipo de trabajo, así que me había preparado a conciencia. Llegó mi turno, y defendí el proyecto con toda la convicción y determinación que fui capaz. Al término de mi intervención, sin embargo, se hizo en la sala un profundo silencio. Duró apenas unos segundos, que a mí me parecieron eternos, y en los que creí estar precipitándome en la más oscura de las tinieblas...
 
Hasta que por el rabillo del ojo me di cuenta de que mi directora (que no es precisamente una persona dada a manifestar sus emociones en público) me estaba mirando fijamente y sonreía. Brava, professoressa, dijo, rompiendo aquel maléfico hechizo. Y entonces, como si de una película se tratase, un aplauso partió desde el fondo de la sala, y prendió rápidamente como un reguero de pólvora, hasta que se convirtió en un estruendo. Quedaron en silencio solamente unos cuantos escépticos, que se volvían, incrédulos, o bajaban la mirada con gesto de preocupación.
 
Sometido a votación, el proyecto fue aprobado, no por unanimidad, pero sí por abrumadora mayoría. Agradecí el veredicto a mis compañeros, con una mezcla de evidente timidez y manifiesta resolución, algo que ni yo misma sabría explicar. Y volví a mi asiento. "Hay que ver las cosas que me pasan a mí", pensé.
 
De vuelta a casa, empecé a madurar la idea de que a veces la diferencia entre lo viejo y lo nuevo, lo accesorio y lo importante, lo imposible y lo posible, puede ser aparentemente muy pequeña, pero realmente esencial. Como en aquella ocasión en la que cuentan que un noble patricio le preguntó a Quintiliano qué es lo que él consideraba que era necesario aprender para obtener lo máximo en la vida. A lo que el maestro hispano, impasiblemente, contestó: Non multa, sed multum ("No muchas cosas, sino mucho").
 
 


mercoledì 2 settembre 2015

Volvamos a empezar (aunque ya nada será como antes...)

 
Retos de una docente de Español como Lengua Extranjera ante el nuevo curso.
 
 
 
 
Robinson Crusoe es la prehistoria
de la utopía: no lejos de la costa de Utopía
yacen los restos del barco malogrado, pero
Robinson se ha salvado, ha logrado llegar
a tierra y su capacidad de aprender ha sobrevivido.
El barco del saber ha naufragado,
pero su poder puede regenerarse.
 
Gustav Württemberger








 
Nada volverá a ser como antes. Lo digo sin nostalgias; creo que, a pesar de algunas ausencias irremediables, es una buena noticia. Afronto el nuevo curso con un bagaje de recursos, principios y objetivos muy diferente del que llevaba conmigo el año pasado por estas fechas. Los que me conocen dicen que me encuentran cambiada -a mejor-, y quizá algo de razón no les falta.
 
Los que me conocen saben también que soy un desastre para los cumpleaños y aniversarios, que se me olvidan siempre o casi siempre, aunque no por mala intención, sino por puro despiste. Casualidad o no, sin embargo, el 26 de agosto terminé la última de mis lecturas vacacionales, y mira por dónde se trataba de Robinson Crusoe, en la versión traducida por Julio Cortázar.
 
En otras circunstancias, la fecha no habría significado nada para mí. Pero este año los chivatos de las redes sociales desde bien temprano me avisaron de que se trataba del "cumple" del genial escritor argentino, así que aquel día Cortázar lo inundaba todo (bendita inundación, añadiría yo...). Difícilmente iba a poder pasárseme por alto una efemérides de ese calibre.
 
Sería prolijo referir aquí toda la serie de coincidencias y situaciones que de un tiempo a esta parte me conducen por este personal y cortaciano sendero, y no quiero aburrir a los lectores de este humilde blog. Diré únicamente que ante el nuevo curso me siento de verdad como Robinson, obligada en gran medida a partir de cero, pero no por ello privada de recursos, y que a día de hoy, y a pesar de las dificultades que mi oficio conlleva, mantengo la esperanza, y los ojos y la mente bien abiertos para aprender.
 
Desde ayer formo parte de un equipo que hemos instituido en mi centro de trabajo para la renovación tecnológica del mismo. Somos cuatro (un docente de Ciencias, una de Matemáticas, una de Informática y especialista en Atención a la Diversidad, y yo, que me ocupo del Departamento de Lenguas Extranjeras). Somos cuatro, pero aspiramos a implicar a todos los demás. Vamos a trabajar para mejorar las condiciones de trabajo en nuestro centro de educación secundaria, y de lo que vayamos avanzando daré oportuna cuenta en el blog.
 
Por mi parte, y para empezar, he fijado una serie de objetivos concretos que he reflejado en esta infografía. Aunque los retos se refieren a mi disciplina, el enfoque es transversal, y la centralidad se mantiene (como no podría ser de otra manera...) en el alumno y el proceso de enseñanza-aprendizaje. Básicamente, los propósitos son seis:
 
  • mejorar mis competencias tecnológicas y las de mis alumnos. Avanzar en el uso crítico, constructivo y didáctico de las herramientas informáticas.
  • integrar adecuadamente las redes sociales en el aula. Trabajar en el concepto de la condivisión y la colaboración como base del auténtico conocimiento.
  • progresar en la creación de materiales propios, en aras de una didáctica inclusiva y significativa para los alumnos.
  • realizar un hermanamiento digital con eTwinning, el espacio de comunidad para las escuelas europeas. Una excelente oportunidad para que mis alumnos comuniquen en español. Muy interesante también la oferta formativa que esta agencia europea ofrece a los docentes.
  • sentar las bases para la realización de proyectos basados en la metodología CLIL, es decir, de la enseñanza de una disciplina no lingüística en una lengua extranjera. Formarme y formar para ello.
  • mejorar las condiciones socio-tecnológicas de mi entorno de trabajo, empezando por lo básico. Intervenir para mejorar la red, el cableado y el emplazamiento, la configuración y el mantenimiento de las unidades de trabajo.
 
  
 
 



(...) Y llego ahora a una nueva etapa de mi vida. Cierta mañana, a eso del mediodía, yendo a visitar mi bote, me sentí grandemente sorprendido al descubrir en la costa la huella de un pie descalzo que se marcaba con toda claridad en la arena. Me quedé como fulminado por el rayo, o como en presencia de una aparición. (Daniel Defoe, Robinson Crusoe)




El inicio del curso se acerca. Tengo ganas de volver a disfrutar montando, desmontando y volviendo a montar. Hay mucho por hacer. Este año, además, casualidad o no, las clases empezarán en un día de la semana insólito... Viernes.