El duque, poco a poco y como quien de un pesado sueño recuerda,
fue volviendo en sí, y por el mismo tenor la duquesa y todos los que por el jardín
estaban caídos, con tales muestras de maravilla y espanto, que casi se podían
dar a entender haberles acontecido de veras lo que tan bien sabían fingir de burlas.
Don Quijote de la Mancha Parte II, cap. XLI
Integración de destrezas en una publicación digital.
Por fin puedo presentaros esta actividad en la que he estado trabajando desde principios de octubre. Se trata de un trabajo en el que he querido integrar diferentes actividades que en otras ocasiones he llevado a cabo de manera aislada. Pero para que entendáis todo el proceso de construcción esta vez necesito poneros en antecedentes. Así que me arriesgaré a extenderme más de la cuenta en la entrada de este blog, que en cierto modo ya va de batallitas.
Aunque soy filóloga por partida doble, no me considero ninguna experta cervantina. Con el paso del tiempo he llegado a la conclusión de que Cervantes y su obra me gustan porque sí, porque a pesar de haberse convertido en clásicos monumentales, consigo disfrutar de ellos sin autosometerme a pretensiones academicistas. Miguel de Cervantes Saavedra es un autor que me ha marcado profundamente, y dos de las experiencias más significativas para mí las viví precisamente en mi época de colaboradora en la Biblioteca María Zambrano del Instituto Cervantes de Roma.
Era el año 2005, el año de las celebraciones por el IV centenario de la publicación de la primera parte de El Quijote. En el Instituto Cervantes de Roma se organizó una maratón de lectura, en la que yo me impliqué hasta la médula: como profesora (mis alumnos del Liceo tuvieron el honor de clausurar oficialmente la lectura de la obra), como organizadora (por aquel entonces mi actividad profesional dependía del Área de Cultura de la institución) y como lectora individual, aceptando hacer el turno de lectura que todos evitaban, es decir, el nocturno. Tres locos, tres, aceptamos pasar la noche en vela en la Sala de Plaza Navona, gustándonos Cervantes más solos que la una (pasada la medianoche, el resto de la ciudad o se fue de fiesta a los actos conmemorativos por la fundación de Roma o se fue de puente, que aquí el 25 de abril es fiesta nacional...). El caso es que disfrutamos intensamente de aquella inesperada soledad hasta que las primeras luces rayaron el alba, por lo que aquella noche quedó grabada en mi memoria como una experiencia mágica y única.
Semanas más tarde, estaba yo en la biblioteca, a punto casi de terminar mi sesión de catalogación, cuando sonó el teléfono de la centralita. No era horario de atención al público, así que pensé que se trataría de alguien de la casa o algún usuario despistado. Para mi sorpresa, cuando descolgué el teléfono la voz de un teleoperador me preguntó: "Buenas tardes, ¿podría hablar con el Señor Cervantes?"... El Señor Cervantes. Qué bueno. Aguantándome la risa, liquidé aquella llamada surrealista invitando a mi interlocutor a llamar en horario de mañana, cuando estuviera presente el personal de la secretaría.
Han pasado diez años desde entonces, y hoy vivo a 60 kilómetros de la metrópolis por decisión propia. Mi actividad profesional se desarrolla en un instituto de secundaria que, a pesar de ser clasificado como un centro de provincias, convocatoria tras convocatoria, gracias al trabajo serio y comprometido de un grupo de docentes de español, se confirma a la cabeza por número de inscritos entre las sedes de examen DELE que dependen del Instituto Cervantes de Roma. El mío es un instituto de frontera, que acoge un alumnado proveniente de dos municipios opuestos: Latina, la ciudad nueva, funcional y proyectada para ser el granero capitolino, y Sermoneta, la ciudad antigua, sugestiva y cautivadora. Contradicciones de las que surgen, creo yo, hermosas síntesis.
Para este primer cuatrimestre nos hemos centrado en Sermoneta, en su fascinante devenir histórico. Y hemos aprovechado la coincidencia de un evento crucial en la historia de esta localidad, la conmemoración de la batalla de Lepanto, con la celebración del IV centenario de la publicación de la segunda parte de El Quijote (esa que desmiente aquello que se suele decir de que las segundas partes nunca fueran buenas). Sí, este año también ha sido año de El Quijote, y el año que viene lo será de Miguel de Cervantes, por el IV centenario de su muerte.
Por qué es importante la conmemoración de esta batalla para Sermoneta hay que explicarlo. Hay que entender que lo que se conmemora es el regreso triunfal de las tropas sermonetanas que participaron en la guerra contra los turcos. Aquella victoria supuso el resurgir esplendoroso de esta pequeña comunidad que solo unos años antes había sido azotada por una terrible epidemia de malaria que prácticamente exterminó a la totalidad de la población que vivía en la ciudad baja, Ninfa. La salvación de unos pocos fue la de abandonar la marisma ponzoñosa que entonces era el Agro Pontino para refugiarse en la montaña de Sermoneta, en torno al recinto amurallado de los duques Caetani. Hoy en día las tierras pantanosas han sido canalizadas, Ninfa es un vergel y Sermoneta un burgo medieval acostumbrado a ejercer de escenario para producciones cinematográficas.
Han pasado diez años desde entonces, y hoy vivo a 60 kilómetros de la metrópolis por decisión propia. Mi actividad profesional se desarrolla en un instituto de secundaria que, a pesar de ser clasificado como un centro de provincias, convocatoria tras convocatoria, gracias al trabajo serio y comprometido de un grupo de docentes de español, se confirma a la cabeza por número de inscritos entre las sedes de examen DELE que dependen del Instituto Cervantes de Roma. El mío es un instituto de frontera, que acoge un alumnado proveniente de dos municipios opuestos: Latina, la ciudad nueva, funcional y proyectada para ser el granero capitolino, y Sermoneta, la ciudad antigua, sugestiva y cautivadora. Contradicciones de las que surgen, creo yo, hermosas síntesis.
Para este primer cuatrimestre nos hemos centrado en Sermoneta, en su fascinante devenir histórico. Y hemos aprovechado la coincidencia de un evento crucial en la historia de esta localidad, la conmemoración de la batalla de Lepanto, con la celebración del IV centenario de la publicación de la segunda parte de El Quijote (esa que desmiente aquello que se suele decir de que las segundas partes nunca fueran buenas). Sí, este año también ha sido año de El Quijote, y el año que viene lo será de Miguel de Cervantes, por el IV centenario de su muerte.
Por qué es importante la conmemoración de esta batalla para Sermoneta hay que explicarlo. Hay que entender que lo que se conmemora es el regreso triunfal de las tropas sermonetanas que participaron en la guerra contra los turcos. Aquella victoria supuso el resurgir esplendoroso de esta pequeña comunidad que solo unos años antes había sido azotada por una terrible epidemia de malaria que prácticamente exterminó a la totalidad de la población que vivía en la ciudad baja, Ninfa. La salvación de unos pocos fue la de abandonar la marisma ponzoñosa que entonces era el Agro Pontino para refugiarse en la montaña de Sermoneta, en torno al recinto amurallado de los duques Caetani. Hoy en día las tierras pantanosas han sido canalizadas, Ninfa es un vergel y Sermoneta un burgo medieval acostumbrado a ejercer de escenario para producciones cinematográficas.
Conmemoración de la batalla de Lepanto (1:55 min)
Ninfa a vista de drone (1:37 min)
Mi intención con esta actividad no era la de alimentar en mis alumnos el espíritu de la guerra (y más en estos tiempos en los que, por desgracia, hay tantas y tan dolorosas heridas abiertas entre oriente y occidente), sino el del espíritu constructivo de superación del conflicto a través del ideal de lucha cervantina. Sobre los horrores de la guerra, de todas las guerras, tendrán oportunidad de reflexionar en el segundo cuatrimestre, cuando nos dediquemos al proyecto VANGUARDIAS y, concretamente, al Guernica de Picasso.
Ahora lo que a mí me interesaba era aprovechar su implicación personal en la celebración de este evento (en el que muchos de ellos participan en primera persona como figurantes, abanderados, músicos y escuderos) para sacar lo mejor de su sensibilidad y de sus emociones, y que las canalizaran, en español, a través de situaciones presentes en El Quijote y en la propia biografía de Cervantes. En esta historia hay muchos elementos cervantinos y quijotescos: un castillo, unos duques, un fingimiento, una batalla, la lucha como principio de renovación y ascesis, una fantasía que suplanta a la realidad... Y mis alumnos no me han defraudado.
Les he pedido que se sometan a un ejercicio de creatividad e imaginación articulado en tres puntos fundamentales:
- a partir del significado del personaje de don Quijote. Han reflexionado sobre su valor, su ideal de lucha, su falta de adecuación a la realidad... Fruto de todo ello es el poema a don Quijote, creado a partir de una nube de rimas que después han versificado.
- a partir de la fraseología. Han reflexionado también sobre el significado de la expresión lottare contro i mulini a vento, que hace referencia al episodio de los molinos. Han producido dibujos en los que han representado cuáles son sus gigantes imaginarios, sus enemigos a vencer...
- a partir de la biografía de Cervantes. Les he pedido que imaginaran haber conocido a Cervantes en la batalla de Lepanto, haber entablado amistad con él y escribirle una carta después de algunos años de aquella experiencia. Escribir una carta o un correo electrónico es uno de los ejercicios previstos como prueba escrita para la segunda lengua extranjera en el Examen de Estado, aunque se trata de formas de comunicación extrañas hoy por hoy al universo adolescente.
El resultado es lo que os presento en la publicación de issuu. Lógicamente es una selección, porque la verdad es que todos han participado con entusiasmo. La nube de rimas está hecha con wordle, y los fondos de pergamino y pizarra con Artpoetica, una herramienta diseñada por la Red de Bibliotecas de Andalucía para la composición literaria en ambientes educativos.
Pincha aquí para acceder a la publicación.
Ni que decir tiene que estoy muy orgullosa de todos mis alumnos. Me parece absolutamente genial que hayan sido capaces de escribir cosas como que "en la espesura está la locura", o que en las cartas a Miguel se refieran al otoño como el "tiempo de los brócolis y las espinacas"... Me conmueve ver el dibujo de Federica, víctima de acoso escolar por "culpa" de su discapacidad, que afronta al acosador con decisión (Stop al bullo); o el de Daria, que es disléxica y sufre con la gramática; o el de Claudia, que se enfrenta a la anorexia; o el de Mara, que tiene su mayor enemigo en sí misma, en su propia fragilidad...
Por todo ello, resuenan en mí los ecos de aquella maravillosa vigilia cervantina en Plaza Navona. Creo, además, que si hoy recibiera una llamada surrealista como la de entonces quizá no sería tan cáustica ni tan tajante... Creo que me permitiría a mí misma jugar, y le diría algo así como: "Pues mire, en este momento don Miguel no está, pero déjeme sus datos y veremos qué es lo que se puede hacer...".
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